Armand Gatti

Armand Gatti y sus delirantes insurrecciones

Jue, 01/25/2024

Hace poco, en el programa televisivo De cierta manera, Luciano Castillo exhibió la copia restaurada de El otro Cristóbal, una coproducción cubano-francesa de 1963, que muy bien pudiera cobrar estatus de culto al igual que su contemporánea, la coproducción cubano-soviética Soy Cuba. Varios de los jóvenes cineastas de hoy mismo se sorprendieron por la desbordada belleza del filme escrito y dirigido por Gatti, lamentablemente casi desconocido entre nosotros.

Estrenada en el Festival de Cannes varios años antes del auge del realismo mágico cinematográfico, y dirigida y escrita por Armand Gatti (1924-2017), la película fue calificada por el periódico francés Liberation con cuatro adjetivos en serie: “Delirante, incoherente, demencial y maravillosa”, y por lo regular la crítica la entendió en los códigos del cine de vanguardia (con una narrativa muy poco ortodoxa), oda simbólica a la insurrección independentista y anticolonialista.

Y aunque en la narrativa del filme se eludía toda referencia concreta a cualquier nación latinoamericana, exaltaba los mitos e iconos afrocubanos prevalecientes en la zona del Caribe. Porque, a partir de la mitología afrocubana, El otro Cristóbal presenta simbólicamente la destrucción de la esclavitud política y moral a través de la lucha del pueblo, y así el filme constituye una violenta sátira contra las satrapías dictatoriales que el imperialismo norteamericano mantiene en América Latina.

Según el crítico cubano Juan Antonio García Borrero, el mayor problema del filme consistía en la contraposición ingenua, o maniquea, entre el dictador y el pueblo, el caudillo y el rebaño, pero la coproducción quiso exaltar, o rendirle homenaje, al entusiasmo que él percibía en los primeros años de la Revolución cubana, de modo que Gatti patentiza, todo el tiempo, su simpatía por los desposeídos y su odio visceral a la injusticia y al colonialismo.

El propósito generalizador de El otro Cristóbal tampoco estaba reñido con señas de identidad definitivamente cubanas. Contó con la asistencia del luego cineasta Eduardo Manet, como asistente de dirección debuta Rogelio París, la producción corrió a cargo de Miguel Mendoza, edición de Roberto Bravo, dirección artística de Pedro García Espinosa, y la casi totalidad de su filmación ocurrió en los Estudios Fílmicos de Cubanacán. Además, en el reparto principal figuran, acompañando a los franceses Jean Bouise, Pierre Chaussat, Marc Dudicourt, intérpretes criollos como Bertina Acevedo, Alden Knight, Eslinda Núñez, José Antonio Rodríguez y Carlos Ruiz de la Tejera, entre otros.

La película contó con la fotografía del famoso Henri Alekan, tan importante en la historia del cine francés como Serguei Urusevsky (el de Soy Cuba) en los anales de la cinematografía soviética. Calificado como “el poeta de la luz", Alekan había fotografiado otros filmes extraordinarios para Jean Cocteau (La bella y la bestia), Abel Gance (Austerlitz), William Wyler (Roman Holiday) o René Clement (La batalla del riel), y después de su odisea con la luz y los colores de Cuba, y de los muchos y muy elocuentes encuadres y planos secuencias rodados en la Isla, Alekan aportó extraordinario mérito a las imágenes de Figures in a Landscape (Joseph Losey) y Las alas del deseo, entre otras películas de Wim Wenders, con quien trabajó asiduamente.

Nacido en Mónaco, el 26 de enero de 1924, el escritor, poeta, dramaturgo, realizador y guionista francés Armand Gatti expresó en El otro Cristóbal el ideario revolucionario que lo animó desde siempre. En 1942 se enroló en la resistencia antinazi, y comenzó a escribir versos. Al año siguiente, fue condenado a muerte por el gobierno de Vichy, pero por su juventud se conmutó la pena, cambiada por la deportación al campo de trabajo de Lindemann situado en Hamburgo, donde se enfrentó a un cautiverio de miserias, humillaciones y palizas mostrados, parcialmente, en su muy notable y primera El hueco, o L’Enclos, de 1959.

Concluida la guerra, ejerció como periodista en Parisien Libéré, Paris-Match, France Observateur, l’Express y Libération, y como reportero viajó a China, Corea, Siberia, Argelia, Cuba y sobre todo Guatemala. En sus numerosos viajes conoció a personalidades que influyeron en su manera de ver el mundo, como Fidel Castro, Che Guevara, Mao Zedong, Henri Michaux, Jean Vilar o Erwin Piscator, entre otros. En 1959 abandonó su labor como periodista para concentrarse en el cine y el teatro. Escribió numerosas obras para este último medio: Le Crapaud-Buffle (1959), V comme Vietnam (1967); Un Homme seul (1969), Les 7 possibilités du train 713 en partance d’Auschwitz (1989) y La Parole Errante (1999) entre otras.

Además de las ya citadas El otro Cristóbal y El hueco, Gatti dirigió La Première lettre (1965), Le Passage de l’Ebre (1969), Le lion, sa cage et ses ailes (1975-1977) y Nous sommes tous des noms d’arbres (1981). Su obra teatral, poética y cinematográfica constantemente ha sido redescubierta, y recolocada, entre lo más valioso de la cultura vanguardista francesa. Parte de esta recuperación fue la restauración de El otro Cristóbal, emprendida entre el ICAIC y el Centre National du Cinema et de l’Image animée (CNC) de Francia, en las postrimerías de la década anterior mediante un proceso que permite disfrutar el filme en todo el esplendor de sus imágenes.