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Dos nuevas producciones coronan cine deportivo cubano: Mijaín y Teófilo
Hace unos días tuvo su estreno absoluto en el cine Yara, entre aplausos prolongados, el largometraje documental Mijaín, realizado por Rolando Almirante, Héctor Villar y Ángel Alderete. Según asegura Granma, durante una hora y 20 minutos, el filme desarrolla dos líneas fuertemente entrelazadas entre sí: la preparación final para los Juegos Olímpicos París-2024 y la propia competencia, y a la vez reconstruye, a través de los testimonios del propio atleta y de sus allegados, los incontables sacrificios sobre los que se alzó hacia la gloria deportiva.
Según comentó Osvaldo Vento Montiller, presidente del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación, con Mijaín se cumple también el sueño de ver las historias de los grandes deportistas de la Isla en la gran pantalla; un proyecto que, se supo, continuará en lo adelante con otras figuras. Porque este documental le otorga continuidad a una tradición cimentada por el ICAIC en cuanto al acompañamiento audiovisual de los principales triunfos deportivos. Así se vieron, en la segunda mitad de los años sesenta, documentales como Pedales sobre Cuba (1965) y el excelente Cerro Pelado (1966) de Santiago Álvarez; Al agua (1967, Alejandro Saderman) y Nuestra Olimpiada en La Habana (1968) que dirigió José Massip, y es es un reportaje humorístico sobre la olimpiada de ajedrez.
En los años sesenta y setenta, el ICAIC celebró también el llamado juego nacional, el béisbol, en documentales como El diamante (1967, Oscar Valdés) seguidos por los muy eficaces Mundial de la dignidad (1974, Luis Felipe Bernaza) y Redonda y viene en caja cuadrada (1979) de Rolando Díaz, quien dirigió también uno de los pocos largometrajes de ficción cubanos sobre el béisbol, En tres y dos, que vinculaba graciosamente documental y ficción.
En los años setenta continuó la tendencia, entonces bajo la admonición del lema “El deporte, un derecho del pueblo”. Abundaron entonces los documentales de esta temática como Un juego histórico (1972) y Sextos Juegos Panamericanos (1976) ambos de Jorge Fraga; Ensayo (1975, Oscar Valdés) sobre una tabla gimnástica de preparación para un festival en Praga; Mundial de pesas (1973), Mundial de la dignidad (1974) y Juantorena (1976) los tres dirigidos por un cineasta a quien puede considerarse un maestro de esta modalidad: Luis Felipe Bernaza.
También en los años setenta, cuando el boxeo cubano se convirtió en uno de los mejores del mundo, el cine cubano se especializó en esta temática: El Ring (1966) y Nuevos hombres en el Ring (1974) de Oscar Valdés; Sesenta minutos con el Primer Mundial de Boxeo Amateur (1974, Santiago Álvarez), Golpe por Golpe (1974) y Mundial de campeones (1975) de Luis Felipe Bernaza; Encuentro en Texas (1977, Daniel Díaz Torres) y Momentos del Cardín (1977, Rolando Díaz).
La década de los años ochenta trajo como máximo logro el documental de corte biográfico: Kid Chocolate (1987, Gerardo Chijona) y casi treinta años después, se estrena El acompañante (2015, Pavel Giroud) elegida en su momento entre las mejores películas del año y que toma a un boxeador como protagonista, personaje imaginario de una historia que intenta caracterizar los años ochenta, y los triunfos del boxeo en Cuba, en combinación con temas como el castigo, el sida, el sacrificio y la amistad.
En el mismo año 2015 apareció otro filme cubano relacionado con el boxeo, una variante del cine deportivo ampliamente cultivada por varias cinematografías, especialmente en el periodo del llamado cine de los estudios, en el Hollywood de los años treinta y cuarenta, un tipo de cine al cual se le rinde homenaje en el largometraje de ficción Bailando con Margot (2015, Arturo Santana) que incluye un pasaje bastante amplio ambientado en los años treinta y asume los códigos de aquel tipo de cine.
Deben mencionarse también otros dos documentales, separados por veinte años, y por lo tanto muy diferentes en cuanto al espíritu: el épico Algo más que una medalla (1982, Rogelio París) y el crítico y polémico Fuera de Liga (2002, Ian Padrón). Además, hay importantes escenas de béisbol en las tramas de Los pájaros tirándole a la escopeta (1984, Rolando Díaz), Plaff (1988, Juan Carlos Tabío) y Páginas del diario de Mauricio (2005, Manuel Pérez).
También habrá que mencionar siempre El juego de Cuba (2001) largometraje documental (93 min.) dirigido y escrito por el español Manuel Martín Cuenca, con la colaboración en el guion del cubano Alejandro Hernández. Aquí se hace la historia del béisbol en Cuba, a partir del juego entre los Orioles y el equipo Cuba, en 1999, y retrocede en su relato hasta los tiempos de la colonia y la república para develar los múltiples vínculos políticos de un deporte que marca la historia y la idiosincrasia nacional, un juego que llegó a Cuba desde Estados Unidos y que prosperó rápidamente, en torno a los centrales azucareros, como un modo de resistencia al colonialismo español. El filme aborda también la etapa del profesionalismo, en la república, cuando los estándares del béisbol cubano competían con los norteamericanos, y relata el fin del profesionalismo con la Revolución.
Antes de llegar al momento actual, cuando se decide producir el largometraje de ficción Teófilo, importa recordar un documental de la EICTV titulado El suelo y el cielo (2004, Marcos Pimentel) la historia de Roylan, un niño cubano que aspira a ser un famoso boxeador, y a los 10 años se encuentra delante de la competencia que puede decidir su entrada en la Academia de boxeo. Y en 2024 se estrenó Guantes sin ring, documental de Karen Sotolongo, que habla sobre el pleno derecho de las mujeres a incursionar en una disciplina como el boxeo.
Por su parte Teófilo, que tendrá unas dos horas de duración, se desmarca del esquema completamente biográfico, aunque intentará resumir la vida del campeón olímpico y mundial, así como su humanidad, según explicó el cineasta cubano Alejandro Gil, director y guionista del proyecto, quien se ha referido varias veces a que la película contiene elementos de no reales que enriquecen la dramaturgia. El papel protagónico está en manos de Alejandro Philips, un debutante que se verá acompañado por Kike Quiñones, quien asumirá el rol de Alcides Sagarra, quien le acompañó como entrenador hasta el final de su carrera.